miércoles, 8 de febrero de 2023

La Neuroeducación y su impacto en el proceso de enseñanza-aprendizaje



La Neuroeducación es un marco en el que colocar los conocimientos del cerebro y la forma como la persona interactúa con el medio que le rodea en su vertiente específica de la enseñanza y el aprendizaje.

La neurociencia ha ido ganando cada vez más importancia dentro del sector educativo. Aplicarla en el aula significa tomar conciencia de la trascendencia que tiene el cerebro en el proceso de aprendizaje, teniendo en cuenta la manera en que se percibe el entorno. Al fin y al cabo, la forma en que aprendemos, sentimos, nos relacionamos y, en definitiva, vivimos, depende del cerebro.



Por ello, la neurociencia da las claves para enfocar este proceso y entender por qué algunas acciones de la pedagogía funcionan tan bien (y otras no tanto) además de que permite ofrecer una respuesta educativa al alumnado que se adapta a las necesidades de cada uno. Pero ¿qué está aportando la neurociencia al proceso de aprendizaje?

5 claves de la neurociencia que puedes aplicar en clase

· Emoción

La neurociencia ayuda a comprender cómo influyen las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En multitud de ocasiones se ha demostrado que se aprende experimentando y que este aprendizaje se recuerda con mayor facilidad si interfiere alguna emoción.

Para conectar con la emoción de los alumnos una de las claves es despertar la curiosidad, que lleva a aumentar las ganas de aprender. Averigua aquello que les conmueve y agudizarás su aprendizaje



· Atención.

Provocar nuevos estímulos consigue despertar el interés y la atención, que hay que captarla mediante la sorpresa y que también despiertan la curiosidad y los sentidos. Por ejemplo, con actividades divertidas o relacionadas con el juego



· Motivación.

Un alumno motivado aprende mejor (y más rápidamente). La neurociencia aporta pistas sobre la motivación y los estímulos que activan determinadas zonas del cerebro. En este punto, hay que tener en cuenta el valor que tiene la recompensa intrínseca porque es la que conlleva un mayor esfuerzo y compromiso. Con un equilibrio entre la dificultad y la habilidad para hacer una tarea, es posible mantener la atención fija en el objetivo y aumenta la motivación.

En el aula, se puede motivar a los alumnos y promover el esfuerzo si van consiguiendo pequeños logros y metas intermedias, retadoras, pero alcanzables; para evitar la frustración hasta realizar una actividad completa. También se vuelve elemental registrar este avance y que ellos sean conscientes del progreso que están consiguiendo.



· Acción entendida como “Learning by Doing”

Aplicar el juego en el aula, actividades grupales y todo aquello que coloque al alumno en el centro del aprendizaje y sean ellos los que “experimenten” y aprendan “haciendo” son la clave del éxito.

Conseguir que los alumnos sean activos en su aprendizaje se consigue en gran medida a través de las metodologías activas. Si son ellos los que están haciendo, manipulando, creando y desarrollando las destrezas se estimulan más canales sensitivos y, a su vez, el aprendizaje.



· Cooperativo

Somos seres sociales, por lo que la incorporación de actividades sociales y la asignación de tareas y roles en el aula fomentan el aprendizaje. De esta forma, disminuir las explicaciones magistrales en clase y dar oportunidades para el diálogo e intercambio de ideas conlleva a que puedan aprender de sus compañeros (aprendizaje por imitación).

“Lo primero que aprenden a leer los alumnos es la cara de su maestro” – Jose María Toro.

Por este motivo, cuando se transmite entusiasmo y positivismo, se crea un clima emocional que se contagia hacia los alumnos. También es útil utilizar gestos y el lenguaje corporal, cuantos más canales sensitivos, mejor